Barca continue their drama in Europe

Joan Laporta, el dicharachero presidente del Barça, tuvo dos momentos de iluminación en el Louis II, ese feo estadio de Mónaco al que ni siquiera salva su nombre de soberano. Laporta, antes de empezar el partido, se topó de morros en el palco y entre copas de vino blanco con el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, Michael Jordan, el autodenominado Black Jesus. Y un rato después, el presidente, que continúa viviendo a su manera los mejores años de su vida, vio en directo el primer gol de Lamine Yamal en la Champions, otro ente más cercano a la divinidad que a los simples mortales. Como Laporta. Y también como el Barça de Flick, que descubrió de repente la desnudez con el que el equipo continúa deambulando por Europa.

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