En este pequeño espacio televisivo llamado ‘La contraportada’ que se suele emitir al final de los ‘Telenotícies’ (TV3), acaban de abordar el controvertido asunto del celibato en los sacerdotes y capellanes. Ha salido el vicario de la barcelonesa parroquia de Santa Anna, Xavier Morlans, y hojeando su propio libro que acaba de publicar (‘Capellans cèlibes i capellans casats’, Editorial Claret, 2024) decía: “Vivir solo no es humano”.
Propuso que las parroquias las lleven el mosén con su esposa, y también con sus hijos caso de que los haya. Estoy con Morlans. Entre otras cosas solucionaría el problema de los seminarios, estos hermosos edificios que florecen por todo el país, instalaciones estupendas para la formación de los futuros capellanes, y que resulta que hoy son un páramo casi deshabitado. No hay vocaciones, dicen los estudiosos eclesiásticos. Yo creo que lo que no hay es el suficiente atractivo para desempeñarlas.
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Este tema del celibato, que no es un dogma sino una tradición que se podría reformar de inmediato, la última vez que lo he visto en la tele fue en un ‘Informe semanal’ de 2010 (TVE), un buen trabajo en el que salieron los míticos sacerdotes obreros –y luego casados– Julio Pinillos y Demetrio Orte, con su testimonio valiente, útil y ejemplarizante. Que un cura pueda casarse debería ser algo normal. Como normal debería ser que las monjas pudieran acceder al sacerdocio y no solo a los trabajos del silencio –limpieza, cocina, zurcido y plancha– que es a lo que hasta ahora las han subsumido. En 2014 el diario italiano ‘La Stampa’ publicó la carta que 26 señoras le mandaron al Papa pidiéndole que las dejase casarse con sus parejas, todos sacerdotes en ejercicio. “Nosotras les amamos, y ellos nos aman”, le decían al Papa. La carta no prosperó, y el tema no está solucionado.
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No estamos hablando de la figura de ‘la majordona’, tradicionalmente tan útil para los curas de las parroquias rurales. Al respecto les recomiendo el delicioso opúsculo del siglo XVII ‘Lloables costums, vida i pratiques que tenen les majordones dels Capellans’, firmado por el ripollense Arcàngel Puig. Estamos hablando de que en la Iglesia, ‘la casa del amor’, se permita precisamente eso, el amor, como en las iglesias greco-católicas de Hungría, Rumanía o Ucrania. Esta breve ‘Contraportada’ merece un como mínimo un ‘60 minuts’. Un programa más amplio.
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