En estas fechas de abundantes festivales de música, no hace falta rebuscar mucho para encontrar granadinos salpicando cualquier cartel. Pozo de talento desde hace tantísimo, hoy, tras más de una década de bullicio continuo, la esencia de Granada impregna las músicas urbanas con casi incontables referentes. Dos de estos, o tres, verán, estaban entre la decena de propuestas que presentaba la segunda jornada del Share Festival, celebrada en el Parc del Fòrum y que cerró el controvertido trapero sevillano JC Reyes.
[–>Destacó el renacido Maka (antes de él ya había actuado un granadino, J Abecia), un hombre salvado por la música de la vida turbia tras pagar por enfangarse, fenómeno que llena un Palau Sant Jordi sin necesidad de hacer medio TikTok o sonar en la radio o aparecer en televisión. El del Polígono Norte Almanjáyar, flamenco con alma de rapero, mostró su fusión de la música que corre por sus venas con los ritmos negros, fórmula que le ha valido para ser ídolo de los muchísimos que buscan en sus canciones esperanza. A continuación, algunas pancartas que había entre el público: “Los sueños se cumplen”; “Maka es terapia”. No entiendan que el artista es un gurú barato, por favor, sino alguien que ha tocado fondo viniendo ya de muy abajo y que comparte su vida, lo que ha superado. Y un artista con mucha, mucha, canción de amor, como la bailonga y pegajosa ‘Cositas del amor’, que sonó en el momento más verbenero del día. La terapia a la que se refería la pancarta es también la que pasa por el cosquilleo y el movimiento de pies.
El granadino, acompañado con cuatro bailarines y coristas con duende al inicio, empezó con algunas de sus canciones en los que retumba el bombo para acercarle al reguetón, como ‘Te comía’ o ‘Todo mentira’. Solo había un fallo. “Hace mucho que no toco de día, qué cosa más rara y qué poco flamenca”, dijo Maka a eso de las 20 horas.
Los bombos de fusión latina desaparecieron mientras el escenario se llenaba de instrumentos –guitarras, batería, teclado…- para convertir el Fòrum, anoche con 15.000 asistentes, en una plazuela gigante con sus piezas más flamencas impulsadas por palmas. Mensaje anunciado a golpe de ‘El aire’ y dos banderas de Andalucía ondeadas por dos bailarines. Un alboroto flamenco sostenido hasta el final.
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Un grito de rabia
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No engañan ni en el calentamiento, escondidos aún al fondo del escenario, Ayax y Prok, gemelos del Albaicín, cuando lanzan un grito de rabia y su eco asusta a los que esperan que su dj, Blasfem, tire la primera pista cerca de los altavoces. Tampoco mienten cuando esto empieza, con ‘DTS’: “Somos el reducto de los galos; somos el producto de tiempos malos”. O, en palabras de Ayax, “dos desgraciados que salieron del Albaicín”. Sus canciones son relato callejero con poso, pero, sobre todo, protesta y denuncia -tuvieron un recuerdo para Palestina y Ucrania- compartida con visceralidad y una agresividad que les cuesta más de un rasguño cuando uno rapea frente al otro. Si, desde Granada, Maka era el encargado de impregnar el aroma y la esperanza flamenca, Ayax y Prok no podían -de hecho, no saben- hacer otra cosa que agitar las cabecitas del joven y festivo público al que atrae el Share Festival.