La mujer del expresident de la Generalitat, Jordi Pujol, y empresaria catalana, Marta Ferrusola, ha muerto a los 89 años de edad, según ha podido confirmar EL PERIÓDICO. Ferrusola, que llevaba años alejado de la vida pública, fue diagnosticada en 2018 de Alzéhimer y sufrió una larga hospitalización como consecuencia de una caída en Queralbs (Ripollès), municipio en el que el matrimonio tiene su segunda residencia.
Sin embargo, el dictamen médico de la enfermedad neurodegenerativa no se hizo público hasta marzo de 2021, cuando la forense de la Audiencia Nacional corroboró que sufría un “deterioro cognitivo moderadamente grave”. Dos meses antes, en enero de 2021, la familia alegó y aportó pruebas de que sufría dicha patología. Como consecuencia de su estado de salud, se archivó su causa en el ‘caso Pujol‘, que durante años investigó su patrimonio familiar, un caso de corrupción que todavía está pendiente de juicio.
Más allá de ser la mujer del expresident, la trayectoria política de Pujol no se explica sin Ferrusola, también fundadora de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Conservadora y religiosa, no solo acompañó los pasos de su esposo mientras era president de la Generalitat, sino que tuvo agenda propia y no dudó en crear controversia opinando, por ejemplo, en contra de que las parejas homosexuales o incluso oponiéndose al divorcio. Mientras Pujol se dedicaba a jornada completa a la gobernabilidad, Ferrusola se hizo cargo de sus siete hijos, que siempre tuvieron el apoyo de su madre para dedicarse a los negocios.
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Famosas se hicieron algunas de sus frases, como cuando con la entrada en la Generalitat del ‘tripartit’ en el año 2004 dijo sin tapujos que a CiU le habían “robado” el Govern y que se sentía como si le hubieran entrado a robar en casa. En el año 2015, en la comisión de investigación del Parlament que indagaba sobre los presuntos cobros de comisiones y la ‘deixa’ del abuelo Florenci, también dejó ir: “No tenemos ni un duro”. Siempre entrelazó vida personal con política y un sentimiento de agravio por todo lo que creía que su familia había aportado al país sin que le fuera retornado.