Primero, explotaron los ‘buscas’. Luego, los ‘walkie talkies’. Con esas detonaciones, se esfumaba parte de la reputación de Hizbulá. La milicia y partido político libanés ha sufrido en apenas dos días uno de los mayores ataques conocidos en su casi medio siglo de existencia. “Estamos en territorio desconocido”, reconoce David Wood, analista senior del Líbano del International Crisis Group. La excepcionalidad de la agresión, que ha matado a 26 personas y herido a más de 3.000, no ha evitado la tradicional respuesta inicial del grupo: venganza. Hizbulá ha prometido venganza contra Israel, “este enemigo traidor y criminal”. Pero es innegable que la organización no es la misma después de este ataque.
Dos días de explosiones de dispositivos electrónicos no sólo han dejado un reguero de víctimas mortales, sino que también han marcado de por vida a cientos de partidarios de Hizbulá. Mancos o ciegos, por mucho que no fueran parte de su fuerza militar, estos hombres ya no cuentan con las mismas habilidades que hace 48 horas. Por eso, surgen las dudas sobre las capacidades reales del grupo para llevar a cabo su venganza.
Su sistema de comunicación interno ha sido severamente dañado mientras sus miembros siguen desorientados tras dos días de ataques inesperados. “Nadie ni ningún lugar del mundo ha pasado por un ataque como este”, afirma Wood respecto a la gravedad de la agresión y los riesgos para la ciberseguridad que eso implica, dentro y fuera de las fronteras del Líbano. “Es un hecho muy preocupante en sí mismo”, añade.
Comunicaciones internas rotas
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Muchos apuntan que, antes de tomar represalias contra Israel, probablemente Hizbulá dedicará algún tiempo a repensar su estructura. Como la comunicación es clave en cualquier guerra, probablemente los altos cargos del grupo ya han lanzado una investigación interna para averiguar que salió mal y quién es el culpable de los errores fatales. El ataque atribuido a Israel expuso la debilidad de Hizbulá y humilló a sus líderes, por lo que habrá cierta rendición de cuentas por la mayor brecha de seguridad que ha sufrido el grupo desde el inicio de los enfrentamientos fronterizos de los últimos 11 meses.
“Hizbulá hará una revisión masiva de sus comunicaciones internas, pero, mientras presenta un nuevo enfoque de cómo comunicarse fácilmente, esto afectará a su capacidad operativa y militar en el campo de batalla”, argumenta Wood a EL PERIÓDICO.
“El partido pasó a utilizar buscapersonas porque se dio cuenta de que Israel estaba obteniendo información de inteligencia en el país a través de datos telefónicos y necesitaba reconsiderar cómo se comunican sus miembros entre sí, pero eso resultó no funcionar”, añade el analista del Líbano. El doble ataque simultáneo ha revelado que las unidades operativas de Hizbulá han sido completamente penetradas y han sufrido graves daños, lo que probablemente aumentará la sensación de inseguridad dentro de la organización y erosionará su sistema de mando y control en el futuro cercano. Es probable que Hizbulá dedique ahora mucho tiempo a esfuerzos defensivos, localizando las lagunas de seguridad, identificando a los responsables e investigando en profundidad la cadena de suministro de los dispositivos.
“El 7 de octubre de Hizbulá”
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Algunos expertos ya se atreven a calificar la operación atribuida a Israel de “el 7 de octubre de Hizbulá”. Los fallos de seguridad sufridos por el grupo libanés son equiparables a los sufridos por su enemigo israelí el pasado otoño, cuando Hamás se infiltró en las comunidades sureñas del país, matando a casi 1.200 personas. En estos 11 meses de enfrentamientos, Hizbulá ha perdido a muchos líderes y combatientes a través de asesinatos selectivos de alta precisión. Por eso, estos ataques sorprenden tanto.
“Tienen un carácter temerario”, reconoce Wood. Hasta ahora, Israel ha estado atacando objetivos específicos, evitando, en gran medida, las principales zonas civiles, pero la agresión de dos días afectó a todo el Líbano y fue indiscriminada en sus objetivos. “La orden de detonar esos buscapersonas y ‘walkie talkies’ no tuvo en cuenta dónde estarían estos dispositivos ni quiénes resultarían heridos cerca de ellos”, afirma Wood, lo que la convierte en “la escalada más grave hasta el momento”.
“Si el objetivo es tener un impacto en el apoyo a Hizbulá y en el reclutamiento del grupo, la historia muestra que esto no ha sucedido en el pasado; más bien, podría tener el efecto contrario y galvanizar el apoyo a la organización”, reconoce Wood. Aunque siguen quedando muchas incógnitas por descubrir, parece que este ataque iba a ser la primera parte de la operación israelí que iba a dar lugar a la guerra total entre Hizbulá e Israel, a la que le hubieran seguido bombardeos masivos.
El supuesto descubrimiento de la manipulación de los dispositivos electrónicos forzó a los israelíes a hacerlos explotar antes de tiempo. Puede que el objetivo de despistar antes de una ofensiva bélica fuera desechado, pero, por ahora, la agresión sí que ha tenido un grave impacto psicológico en la organización. La paranoia y la sospecha se han extendido por todo el país.
Además, en muchos casos, los miembros de Hizbulá no reconocen ni ante su propia familia que forman parte de la organización. A menudo sus vecinos solo se enteran de su verdadera identidad cuando se anuncia su muerte. Un efecto secundario del ataque podría ser que se desvelara esa identidad, dejando a los agentes con heridas visibles que indican sus vínculos con el grupo.
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Sin un sistema de comunicación rápido y eficiente, como el que permiten los dispositivos electrónicos, cualquier orden de los altos mandos de Hizbulá tarda en llegar a la amplia base de decenas de miles de partidarios con la que cuenta en el Líbano. Ahora, todos ellos esperan a lo que su líder, Hasán Nasrallah, tenga que decir en medio de sus días más trágicos.
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