Los adictos a la pastelería japonesa estamos de enhorabuena. En la derecha del Eixample de Barcelona ha abierto un rincón dedicado a los dulces nipones que debería figurar en tu playlist de caprichos. Se llama Ayame (Consell de Cent, 420) y abrió sin hacer ruido, sin la ayuda de una agencia de prensa, sin recurrir a ‘influencers’ sobreactuados de TikTok. Parece que si no sales en redes no existes, y es una pena, porque este negocio merece estar en el Olimpo de pastelerías japonesas de Barcelona.
[–>Las manos que cincelan los pasteles de Ayama pertenecen a Hide Oda, un repostero meticuloso que puso en pràctica su arte en santuarios como Koy Shunka o Bubó, casi nada. Y sus creaciones, como mandan los cánones de la repostería japonesa, son pequeñas obras de arte que destacan por la precisión y el detalle, la sofistiación disfrazada de sencillez, y una búsqueda reposada del perfeccionismo.
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En la vitrina de Ayame encontrarás un espectacular surtido de bollería y pastelería japonesa. Los inevitables dorayakis, el esponjoso melonpan, los mochis… No obstante, de dejo seducir por el aspecto delicado y apetitoso de sus pasteles. El cotton cheesecake es uno de los mejores que he probado en Barcelona: como morder una nube. También me relamo de gusto con uno de los productos estrella de la casa: el fruit shortcake, una combinación soft porn de nata, fruta (esas fresas) y bizcocho que se deshace como una suavísima neblina de placer en tu lengua. Repaso la alineación y veo un pastel de matcha, un cheesecake de mango y unos roll cakes (esponjosos por fuera, cremosos por dentro) que me llaman como las sirenas a Ulises. Imperativo volver y volver y volver….
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