Últimamente, Francia ha dado una cálida acogida a hombres del mundo artístico que han sido acusados de abusos sexuales, conducta sexual inapropiada o violencia doméstica.
Woody Allen ha descrito su nueva película, Coup de chance, como un “venenoso filme de suspenso romántico”. Debutó el lunes en el Festival Internacional de Cine de Venecia y se estrenará el 27 de septiembre. Pero los espectadores estadounidenses no podrán verla en los cines a menos que visiten, por ejemplo, París o Marsella.
Al igual que sus dos últimas películas, Coup de chance —una producción francesa, en francés, con un reparto francés— no se distribuirá en los cines de Estados Unidos. El último acuerdo de Allen con una compañía estadounidense finalizó en 2018, cuando Amazon cortó lazos con el cineasta en medio del renovado interés en las acusaciones de que había abusado de su hija adoptiva Dylan Farrow.
En repetidas oportunidades, Allen ha negado esas acusaciones y continúa trabajando. Rodó Coup de chance en París y sus alrededores, donde ha encontrado una importante productora dispuesta a trabajar con él.
Durante mucho tiempo, Francia ha sido un refugio para los artistas estadounidenses que huían del racismo o la persecución política, como Josephine Baker, que fue acogida por el público parisino en la década de 1920, y el director de cine Jules Dassin, que encontró trabajo en el cine francés después de haber sido incluido en la lista negra de Hollywood durante la era McCarthy en la década de 1950.
Pero, últimamente, Francia ha dado una cálida acogida a personas que pertenecen a una categoría totalmente distinta: hombres que han sido acusados de abusos sexuales, conducta sexual inapropiada o violencia doméstica.
En 2018, Louis C. K. hacía comedia en vivo en París entre carcajadas, meses después de que varias mujeres dijeran que se había masturbado delante de ellas (“Esas acusaciones son ciertas”, dijo en respuesta a las aseveraciones de las mujeres). Llegó a aparecer en una serie de televisión francesa, La meilleure version de moi-même (La mejor versión de mí mismo), dirigida por Blanche Gardin, una comediante y cineasta francesa que se convirtió en su novia. Louis C. K. y Gardin, que ya no están juntos, también hicieron un pódcast sobre su relación.
En Estados Unidos, Louis C. K. no ha aparecido en programas de entrevistas ni ha hecho películas o programas de televisión para grandes empresas de entretenimiento desde que se formularon las acusaciones contra él, pero ha seguido recibiendo el apoyo de sus simpatizantes incondicionales. En enero, agotó las entradas para su actuación en el Madison Square Garden de Nueva York.
Johnny Depp ha quedado más o menos sin empleo en los principales estudios de Hollywood desde que su exesposa Amber Heard lo acusó de abuso físico y sexual en un artículo de opinión de 2018 en The Washington Post. Disney canceló un acuerdo de 22,5 millones de dólares para que Depp apareciera en una nueva entrega de la franquicia Piratas del Caribe, según su representante, pero una compañía francesa, Why Not Productions, lo contrató para protagonizar un drama de época, Jeanne du Barry.
En la película, Depp interpreta a Luis XV, el líder francés del siglo XVIII conocido como “Luis, el Amado”, su primer papel importante en tres años. Cuando la película se proyectó en el Festival de Cannes en mayo, el actor recibió una ovación de pie de siete minutos. Jeanne du Barry obtuvo buenos resultados de taquilla en Francia. Variety señaló que el éxito en los cines demostraba que Depp seguía siendo una estrella rentable y añadió: “Al menos en Francia”.
Allen es el último artista masculino que acude a Francia para rehabilitar su carrera o simplemente para seguir haciendo películas. En Estados Unidos, varias estrellas principales, como Greta Gerwig y Timothée Chalamet, han expresado su arrepentimiento por haber trabajado con él. En Francia, el director de 87 años pudo contratar a un reparto francés de primera categoría.
La respuesta del público francés a Coup de chance es una incógnita. Las primeras críticas van desde la ambivalencia hasta el éxtasis. Le Monde calificó el martes la dirección de “laboriosa”.
Graham Robb, historiador británico autor de varios libros sobre la cultura francesa, entre ellos The Discovery of France, afirma que la divergencia en el tratamiento de estos artistas masculinos responde, en gran medida, a las diferencias culturales entre Francia y Estados Unidos.
En Francia, dijo Robb, “los artistas tienen derecho a ser criminales, malhumorados, a ser imaginativos y a no ser como los demás”.
Citó a Arthur Rimbaud, el poeta francés del siglo XIX, hedonista y fumador de opio, cuyos escritos formaban parte del plan de estudios de bachillerato en Francia. “Los escolares se ven obligados a leer las fantasías desquiciadas y drogadictas de Rimbaud”, afirmó Robb. “Romper las reglas se considera una condición sine qua non de la vida artística”.
Los escándalos de Allen, Depp y Louis C. K. surgieron a raíz del movimiento #MeToo. Ese movimiento también ha tenido algún efecto en la vida cultural francesa. Los legisladores aprobaron leyes que penalizan el acoso callejero y fijaron en 15 años la edad de consentimiento sexual. Algunos artistas franceses, entre ellos el actor Gérard Depardieu, han sido criticados por acusaciones de conducta sexual inapropiada.
Sin embargo, Hélène Frappat, crítica de cine y novelista francesa, afirma que el movimiento no ha calado tanto en su país como en Estados Unidos. “No creo que el movimiento #MeToo haya sido la revolución que esperaba en Francia”, escribió en una entrevista por correo electrónico.
Añadió que, si bien ha habido una “revolución” en Francia entre la generación más joven y “muchas mujeres”, la comunidad creativa ha sido en gran medida inmune al cambio. “La comunidad artística, como la élite francesa, es presa del pánico moral de los viejos blancos aterrorizados por perder una migaja de poder”, escribió Frappat.
Allen y Depp también tienen vínculos de larga data con Francia. De 1998 a 2012, Depp estuvo en una relación con la cantante y modelo francesa Vanessa Paradis; la pareja tiene dos hijos y Depp es dueño de una villa francesa.
Allen tiene un lugar determinado dentro del público francés, dijo Frappat. Los cinéfilos en Francia “siguen apegados emocionalmente al recuerdo de sus películas, que el público francés esperaba ver cada año”, dijo, añadiendo que ella misma se incluía en esa categoría.
Y aunque Frappat dijo que “nunca había cuestionado” las acusaciones de Farrow de abuso sexual contra Allen, señaló: “Sigo amando su trabajo, en una especie de escisión consciente y difícil”.
Esa ambivalencia quedó patente en Venecia: Allen recibió una ovación de pie por Coup de chance, mientras que, afuera del recinto, los manifestantes sostenían pancartas pidiendo a los programadores del festival que “apartaran a los violadores de los reflectores”.
En cuanto a Louis C. K., su colega comediante y exnovia, Gardin, lo consideraba alguien experto en convertir los instintos más bajos de uno mismo en arte, como Rimbaud. Según Gardin, en su comedia en vivo, Louis C. K. “exploraba su lado oscuro, sus perversiones y descifraba la oscuridad del alma humana”.
Quizá haya otro factor que siga haciendo a estos hombres atractivos para el público francés: proceden de una tierra que a algunos puede parecerles un poco irreal.
“Para muchos europeos, Estados Unidos es un lugar casi ficticio”, aseguró Robb. “Eso influye en el trato comparativamente acogedor que reciben personas como Johnny Depp. Las acciones de un actor son, hasta cierto punto, cosas que suceden en un mundo medio ficticio”.
Steven Kurutz se incorporó al Times en 2011 y, antes de unirse a la sección Style escribía para las secciones City y Home. Antes fue reportero en The Wall Street Journal y en Details. Más de Steven Kurutz.