Una de las revoluciones de los festivales españoles llega a Interestelar Sevilla con una propuesta irreverente, fresca y enérgica. El éxito del power trío madrileño Sexy Zebras se consolida en los escenarios y las salas de España con la publicación de su último disco ‘Calle Liberación‘ (autoeditado) y su correspondiente gira, con la que el grupo ha conseguido conectar con un público más heterogéneo y amplio.
Esta conexión llega también como consecuencia de una reestructuración del grupo tanto en forma —por la salida del anterior batería y la llegada de Jesús Luna a la formación— como en fondo, tras un proceso de introspección que ha movido sus cimientos aunque salvaguardando su identidad como banda. Con esta premisa, Sexy Zebras llega al Interestellar Sevilla 2024 para demostrar ante el público sevillano lo que ya es un hecho: son una de las bandas del momento. José Luna (guitarra y voz) habla con ABC sobre la banda, su trayectoria y cómo ha vivido todo este camino que, ahora, los trae hasta uno de los festivales más importantes del país.
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Dónde: Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC)
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Dirección:C. Américo Vespucio, 2, 41092, Sevilla.
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Cuándo: 17 y 18 de mayo
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Precio: abonos agotados.
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Más información: interestelarsevilla.com
Tras ‘Calle Liberación’ y la gira correspondiente el grupo ha vivido un pequeño salto cuantitativo en lo que se refiere a salas, festivales y aforos, ¿cómo lo estáis llevando?
Lo estamos viviendo con alegría. Hay una parte de nosotros que no lo da por sentado, por aquello de que llevamos ya muchos años tocando, pero precisamente por eso lo llevamos con cierta normalidad. Nos alegra ver que se llenan las salas y se agotan las entradas, que estamos ahí en los festivales. Como ha sido siempre un crecimiento muy progresivo lo estamos llevando con bastante serenidad y alegría.
Lleváis muchos años en la carretera trabajando a pico y pala. El otro día en una entrevista Manolo García decía que, salvo excepciones de cierto nivel, los artistas y bandas no viven de los discos y los ‘streamings’ sino de los directos. ¿Cómo es para una banda como la vuestra?
Realmente, bandas como la nuestra o parecidas, gracias a que somos capaces de mover a gente a las salas y a los conciertos para escuchar nuestras canciones, podemos vivir del directo. Sí que en los ‘streamings’ estamos llegando a más, pero vamos, nada comparado con los que puedan tener chavales que salen ahora. Una banda como la nuestra, más rock, se fundamenta en el directo, así como el resto de gran parte de la música. El valor y la conexión real en vivo es el sentido de la música, básicamente.
En el lado contrario también está quien tiene muchos seguidores, números altos en escuchas y visualizaciones, pero luego no llena una sala.
Efectivamente. Quizás por lo que nos toca y lo que nos hemos ganado tiene más valor que alguien lleve su alma y su cuerpo a un lugar para vivir ese momento con la banda. Entiendo que el algoritmo y las listas están muy, no sé, manipuladas o será que yo no entiendo el algoritmo, no es mi función, pero el arte poderoso mueve a la gente. Alguien en su casa puede escuchar cierta música que si luego no van a verles pues, no sé, cada cual ocupa su lugar.
Sobre la profesión de músico, con Supersubmarina se abrió un melón sobre la precariedad pero también sobre la forma en que las bandas apretrietan fechas, horarios y apuran kilómetros para llegar a muchos festivales y conciertos en pocos días… ¿Cómo lo gestionáis en Sexy Zebras?
Lo decimos con todo el respeto, pero de alguna manera no dejamos de ser feriantes en cierto sentido. Es cierto que donde a uno le llaman y donde hay gente que quiera escuchar nuestra música, y hay ganas, ahí que vamos. Efectivamente es una desgracia que le suceda a alguien un accidente como el que tuvieron nuestros compañeros. Muchas veces nosotros hemos hecho muchas tonterías y locuras porque no tienes medios, eres joven, viajas de noche y no tienes donde dormir…
Hay bastantes bandas que hemos crecido en paralelo y que ahora compartimos festivales y que hemos estado en peores condiciones que las de ahora. Una cosa así nos hace tomar conciencia a todos, darnos cuenta de que efectivamente si las condiciones son mejores para las bandas que emergen y que se avientan a tocar y a ir a los sitios, si que estaría bien tener conciencia de los límites en etapas tiernas. No forzar límites, pero también una supervisión o ayuda incluso desde las instituciones, ciertos ciclos…
A veces parece que es tal que así: o toco en estas condiciones o no toco, con todo lo que eso conlleva para un artista o banda.
Claro, es también un proceso vital. Saber hasta qué punto te toca, por así decirlo, llevar los cafés o dar más de ti mismo. Cada uno con su trayectoria va situando sus propios límites y condiciones. Ahora, con la gente que movilizamos, vamos teniendo cierto estatus o autoridad dentro de nuestro nicho, y uno está dispuesto a aceptar o no ciertas condiciones, según el alcance. Si te apetece tocar en un lugar porque te compensa estar ahí, pero en principio es parte del crecimiento.
Hombre, si no nos vamos al caso concreto de correr peligro en carretera o dormir pocas horas y esas historias, sí que entiendo que hay gente que a lo mejor sus expectativas superan la realidad y que no está dispuesta a pasar por lo que otros artistas hemos pasado y ahí sabrá cada cual qué compromiso tiene con su arte y su expresión en vivo, que también hay quienes tenemos una vocación que nos impulsa a ir más allá y hay momentos difíciles también. Eso es lo que te hace, en un momento dado, cubrir el cupo de comer mierda, por así decirlo, y poco a poco ir mejorando en todo.
Sobre eso de que estáis en un estatus distinto, ¿en qué momento lo notáis? Porque hay gente que ha llegado incluso a tatuarse vuestro logo o vuestras canciones.
Por una parte, como te digo, el hecho de que la realidad responda a los sueños o la percepción del propio artista y la banda, que empezamos a ver que las salas se llenan, que nos pagan más por ir a festivales, que la gente se identifica más con las canciones de la banda hasta el punto de tatuarse… pero el punto de inflexión ha sido previo en nosotros. En darnos cuenta de que el único secreto, si es que lo podemos llamar éxito, son las canciones, que tengan algo que contar y expresen algo de verdad potente.
Eso sí que, previo a lanzar ‘Calle Liberación’, tuvimos un proceso de refundación, reflexión y de reconstruirnos nosotros, primero cada miembro de forma individual, y después en conjunto, para decir «¿ahora qué vamos a contar aquí?». Creo que el hecho de reunir la energía suficiente, la fe y la convicción de hacer algo que mereciese la pena fue el punto de inflexión. El hecho de ser capaces de llevarlo a cabo superando nuestras diferencias y dudas es donde se produce el cambio.
Las canciones encontrarán el público que desee escucharlas. Son como organismos vivos. Cada canción se abre camino. Ver que desde que sacamos el disco hay muchos que han sintonizado con la banda, con el discurso que propone… Creo que siendo una banda de rock, la historia es de supervivencia y de seguir adelante y todo eso contado de nuestro punto de vista, el hecho de que hayamos vivido esto y lo hayamos podido contar en nuestras canciones, se ve que es real y eso hace que la gente conecte.
Hay un escalón más lírico que musical entre un disco y otro, como resultado de ese proceso individual y conjunto que mencionas. En cierto modo, ambos son producto de una visceralidad, pero la de este disco es distinta porque nace de un lugar común y accesible para un público más amplio.
Estoy muy de acuerdo. Sexy Zebras siempre ha tenido un punto punk y reivindicativo y a veces nos hemos apoyado en anteriores momentos en emociones como la rabia o plantear una actitud más punki, pero el proceso y la vida nos puso en situación de decir que quizás esto va más con uno mismo y con encontrar las claves dentro de uno mismo para saber alquimizar todas esas emociones. El otro día nos vio un amigo en México y nos dijo que antes veía más rabia y violencia en nosotros y ahora siento más paz, más concordia.
Eso ha pasado y lo hemos vivido y lo sabemos porque ha habido un proceso interno para ver cómo llevamos mejor esas emociones y cómo podemos llevarlas a las canciones y, literalmente, cómo puedo llevarme mejor con Gabi, con mi compañero, y darnos un discurso que nos anime a seguir juntos, a superar las diferencias y a encontrar esos puntos comunes.
Habéis masticado esa rabia y la habéis convertido en otra cosa.
Hemos tenido que mascar eso y utilizar esas situaciones como espejo, porque nos hemos visto escribiendo unas líneas desde el rencor y hemos tenido que decir a ver si podemos modificar ese discurso y encontrar algo que sea más útil para nosotros. Mensajes pacifistas y liberadores que tiene este disco y que, como dice Jesús cuando tocamos ‘Tonterías’ o temas así, la gente se abraza se sonríe y tiene ganas de generar unión. Eso, no sé bien cómo, pero hemos conseguido generarlo con nuestras canciones.
Algo que reluce en canciones como ‘Sin banderas’, una especie de himno casi que al amor universal. En tiempos en los que parece que solo hay trincheras, ¿nos hemos olvidado de las banderas blancas?
Sí, son emociones que todos en momentos como de claridad o de inspiración donde la vida nos golpea o nos abre la percepción, vemos que estamos todos en el mismo barco con los mismos sentimientos y problemas. Vivimos momentos más trascendentales durante ese periodo y llegaron grandes conclusiones que nosotros nos cantamos a nosotros mismos, ¿sabes? Ese mismo discurso nos lo decimos a nosotros mismos (ríe). Cojamos esta bandera, es el camino. A veces te lleva por delante la vida por un enfado o cualquier otra historia, pero sí que ha habido un esfuerzo por decir todo esto de una manera sencilla y que podamos entendernos.
Ese punto de ver cómo grandes bandas han sabido hacer canciones de cuestiones universales con mensajes sencillos sin intención de molar ni nada. Encontrar ese punto tiene su proceso químico, sus debates, de cómo vamos a cantar ‘es mucho más fácil amarte que odiarte’ sin que suene a iglesia, ¿no? Es un mensaje tonto pero que dicho así en una banda como nosotros debe ganar veracidad y realidad, no sé cómo explicarlo (ríe).
Este disco se llama ‘Calle Liberación’ por una calle de Hortaleza, el lugar donde habéis vivido siempre. Tras ese proceso de reestructuración de la banda, ¿había necesidad de nombrar la raíz como anclaje al que aferrarse ante los cambios?
Sí, es una buena definición. A veces uno quiere trazar su destino y vemos cómo hay ahí un futuro al que aspirar y encontrar ese camino hacia ese lugar no es tan fácil. Produce muchas frustraciones. El hecho de ver el grupo disuelto que además coincidió con momentos personales, nos pilló de mudanza, volvimos a casa de nuestros padres, también nosotros nos preguntamos qué sentido tenía aquello si nuestro colega se piraba… Después de tantos años, ¿ha valido la pena? ¿Qué cojones pasa aquí? Un momento de crisis, como el que viven tantas personas, pero sí que vernos en casa de nuestros padres como en el principio, en la calle Liberación, y darnos cuenta de que era nuestra calle, nos dijimos: vamos a transitar ese camino. Vamos a tomar esto, digamos, como ancla, y vamos a reconectar con ese impulso casi inocente de tres amigos que empiezan en una banda porque les gusta tocar.
Al mismo tiempo, conectarlo con la experiencia y recuperar esa inocencia desde un lugar más experimentado. Nos lo tomamos como leit motiv por así decirlo, respetándonos más. Yo estuve viviendo un tiempo en el extranjero y Gabi estaba aguantando el proceso, esperando que las canciones llegaran, y fue un espacio de reconexión, respeto e inspiración y nos pareció algo bonito llamarlo como nuestra calle. Eso nos hizo anclar. A veces, antes de hacer un álbum como que visualizamos algunas imágenes o vemos el título y a partir de ahí vamos como el arqueólogo que va destapando algo: esto es calle Liberación, vamos bien, vamos bien. Fue un proceso y fue largo (ríe).
Hablando de raíces y anclas, Andalucía está viviendo un momento de eclosión de grupos y artistas que recurren a sonidos de la tierra para crear algo original, algo que se ha dado en otros lugares de España, paralelamente. Una banda como la vuestra, con clara inspiración anglosajona, ¿cómo ve esa vuelta a la raíz?
Mis padres son andaluces, tengo familia andaluza. Hay ahí varios puntos importantes. Esa conexión primitiva y tradicional que vive en nosotros y que nos hace darnos cuenta de que, con nuestras diferencias, no hay nadie que sea más que otro. Cierto es que nuestra banda en concreto se ha prestado a una actitud de rock anglosajón, pero en este proceso sí que nos hemos empezado a fijar en grupos más de habla hispana de rock, españoles, argentinos, mejicanos y tiene que ver un poco con eso. Nos mantenemos en la fórmula rock pero está resurgiendo ese sentimiento de conectar de verdad y que está en nuestros genes y en nuestras células y quiere salir por algún lado.
Encuentra nuevos sonidos y nuevas estéticas pero, al fin y la cabo, tanto un giro de voz flamenco como un tambor y una guitarra y un bombo es lo más básico y un ejercicio de liberación y de conexión de tribu, a nivel ritual. De poder expresar y generar un contexto musical que en el día a día no se expresan ciertas cosas pero sí en un concierto, donde uno deja oír su voz. Es algo que no se puede contener, hay una energía latente. ¿Cómo no va a ser eso válido, con todo lo que ha vivido esta tierra? Eso está ahí, en nuestra genética, en nuestros ancestros. El dolor, la guerra… Hay tanto que, efectivamente, a día de hoy la generación intenta elevar esas emociones y mutar a otras cuestiones que estaban ahí tapadas o escondidas. El lenguaje es el que es, somos humanos, tenemos voz y por algún lado tiene que salir.
Hablando más en concreto del sur, este año venís a Interestelar, ¿qué es lo que más os ilusiona de este festival?
El sur tiene una alegría especial, hay siempre una conexión especial. Tiene algo directo y frontal, no sé si es porque mis padres son andaluces, mi abuelo era sevillano, pero cantar en esta tierra es un lujo. Luego vas al norte y hay matices, no peor ni mejor, pero hay una alegría contagiosa. Se producen cosas bonitas, además de que el cartel está precioso, Sevilla es una ciudad excepcional y tiene un color especial como dice la canción (ríe). Tenemos muchas ganas de tocar allí.